- María usó su carísimo perfume para demostrar cuánto amaba a Jesús. No se guardó nada porque sabía que Jesús merecía lo mejor.
- La verdadera adoración a menudo implica sacrificio personal para honrar a Dios.
- El gesto de María nos recuerda que debemos ofrecer a Jesús lo mejor de lo que tenemos, no las sobras.
- La verdadera adoración se trata de amar a Jesús con todo, incluso cuando nos cueste.